Por Muy Nobles que sean las Causas de las Injerencias Militares de EEUU en los Asuntos de Oriente Próximo, el Resultado de su Actuación Siempre ha sido Destructivo: María Zajárova

María Zajárova Directora del Departamento de Información y Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia;  Hace poco hubo polémica sobre el siguiente tema: EEUU, un país “democrático”, “abierto”, “honesto” y “justo” no hace de contrapeso a Rusia, por hacerlo. Es que no somos como ellos, somos “malos” y los estadounidenses son “buenos”. Por este motivo tienen derecho a convocar Cumbres por la democracia, hacer entrega de “premios” en función del “grado de la democracia”, aplicar políticas que varían desde disuasión hasta agresión directa contra países a los que no se ha otorgado ningún “premio”.

Pasaré ahora a mis propios “premios”, es que también los tengo.

En septiembre de 2014, EEUU, actuando en el marco de la Coalición internacional anti Estado Islámico que habían creado de prisa y corriendo procedió a lanzar ataques contra territorio sirio en las zonas ocupadas en aquel momento por el Estado Islámico. Al Gobierno sirio ni siquiera se le había solicitado la pertinente autorización. No es que no se la hubiera otorgado, es que ni siquiera se había solicitado. A Damasco únicamente se le puso al corriente del inicio de una operación militar y se alertó de intentar aprovechar los resultados de la misma para ampliar la zona controlada por las fuerzas leales al Gobierno.

El Estado sirio es soberano y el Gobierno y el Presidente, Bashar al-Assad, habían sido legalmente elegidos, pero Washington ni siquiera pregunta su autorización. Todo lo contrario, se les alerta de no intentar aprovechar la situación para “aliviar sus problemas”, puesto que “no se hacía para el Gobierno sirio”.

De manera paulatina, EEUU, tras haber establecido un estrecho contacto con las unidades kurdas que estaban luchando contra el Estado Islámico, procedieron a realizar operaciones terrestres y a desplegar con este objetivo en el noreste de Siria una serie de bases militares e instalaciones de despliegue temporal de sus tropas. Además, crearon una importante base, Al-Tanf, en la juntura de las fronteras entre Siria, Irak y Jordania. De esta forma cortaron la arteria de transporte más importante que unía Damasco con Bagdad. Una zona de un radio de 55 km de manera unilateral fue proclamada territorio cerrado para representantes de las autoridades militares y civiles de la República Árabe de Siria. Recordemos que ha sido y sigue siendo territorio sirio. A los intentos de penetrar en dicha zona se respondía con ataques con sistemas de lanzamisiles múltiples y de aviación militar.

Los sirios, ciudadanos de dicho país, preguntaban ¿con qué derecho se les atacaba con misiles en su propio territorio? Sin embargo, la “comunidad internacional” permanecía callada y hacía como que no los oía. Es que los medios occidentales no hablaban de ello, porque “era lo que tenía que hacerse”, ésta era la indicación que habían recibido de Washington.

En el auge de la presencia militar ilegal de EEUU en Siria, en 2018, se encontraban en el país, de acuerdo con las estimaciones, entre 2.000 y 2.500 militares estadounidenses. Recordemos que se había hecho sin consentimiento del Gobierno nacional. Actualmente el contingente se ha reducido a unas 1.000 personas. Sin embargo, ello le permite a EEUU controlar hasta el 20% del territorio de la República Árabe Siria, siendo privado al Gobierno local del acceso a las regiones a las que antes de la crisis correspondía un 70% de las exportaciones nacionales.

¿Cómo lo llamaríamos? ¿Ocupación? No, ocupación es algo más “ligero”. En este caso estamos hablando de la apropiación de algo que no le pertenece a uno.

Bajo el control de las tropas estadounidenses son saqueadas de manera sistémica las riquezas naturales de Siria, en primer lugar, el petróleo, el trigo y el algodón. Bajo su control se encuentran, sin que hubieran tenido lugar previa instrucción ni sentencia judicial, decenas de miles de prisioneros, miembros del Estado Islámico y de presuntos miembros del grupo en cuestión, así como sus familiares procedentes de diferentes países del mundo. 

Únicamente podríamos hacer suposiciones sobre de la manera de la que están trabajado con esta gente los servicios secretos estadounidenses. Antes se han difundido noticias sobre el supuesto envío de terroristas reclutados a Afganistán y a otros Estados, sobre su uso para actos de sabotaje dirigidos contras las autoridades legítimas de Siria. Hubo incluso materiales que hablaban de su envío a Ucrania en calidad de mercenarios para el régimen kievita.

Durante los 8 años de su presencia arbitraria allí, los estadounidenses cometieron muchos actos que podrían calificarse como «crímenes de guerra». De hecho, borraron de la faz de la tierra la ciudad de Raqqa que había tenido casi un millón de habitantes, era capital de la homónima provincia. Nadie contó las víctimas de los bombardeos lanzados por EEUU durante la “liberación” contra las localidades Hajin y Baghuz situadas en la ribera este del Éufrates. Militares estadounidenses en más de una ocasión lanzaron deliberadamente ataques contra las posiciones de las tropas leales al Gobierno sirio y de sus aliados. Ello no ocasionaba víctimas entre los terroristas, sino entre quienes luchaban contra los mismos.

Tanto en la propia Siria, como en la vecina Türkiye las autoridades oficiales y también ciudadanos de a pie se hacen preguntas sobre los modelos y la cantidad de vehículos, armamentos y municiones introducidos por los estadounidenses en la República Árabe de Siria. La mayor parte de los mismos fue entregada a los kurdos y a otros grupos armados, cuyas actividades no estaban reglamentadas por la legislación siria, es decir, estaban prohibidas. ¿Quién responderá por el uso de todo eso en el futuro? ¿De qué manera y contra quiénes podría ser usado?

No es una pregunta hipotética. Conocemos perfectamente la historia de los armamentos estadounidenses que se fueron suministrando a “quienes luchaban por la libertad de la democracia”, a los “rebeldes” y a los “libertadores”. Pueden usarse numerosas metáforas para esta ocasión. Y en realidad no eran sino matones, bandidos y terroristas que usaban dichos armamentos, pero no sólo ya lejos del “precioso jardín” que es el Occidente colectivo, sino dentro de él.

Para nosotros es evidente que esta larga estancia de militares estadounidenses en la República Árabe de Siria que no había sido previamente acordada con el Gobierno legítimo de dicho país ni tampoco había recibido la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU representa una ocupación ilegal. Sobre todo, siendo establecidas en una parte del territorio de un Estado soberano normas que contradicen la legislación nacional, haciéndose ello bajo el “paraguas militar estadounidense”.

En condiciones de recursos limitados, circunstancia con la que tiene que lidiar el Gobierno de la República Árabe de Siria y que es resultado de las sanciones ilegales y por el bloqueo económico y financiero introducidos por EEUU, la situación actual objetivamente genera ánimos separatistas en el noreste de Siria, en primer lugar, entre la población kurda. De modo que la explosiva región de Oriente Próximo está a punto de recibir un nuevo barril de pólvora.

Todo lo arriba mencionado nos permite sacar una gran conclusión: sean cuales sean las nobles causas que pretexte Washington para explicar su injerencia militar en los asuntos de Oriente Próximo y de otras regiones del mundo, el resultado de su actuación siempre ha sido destructivo. Estos experimentos les han costado caro a los países que se cruzaron en el camino de EEUU. Muchos estaban ilusionados con EEUU o no tenían la posibilidad de oponerles resistencia. Cuanto antes se ponga fin a esta práctica, mejor, puesto que lo exigen los intereses de la seguridad global, la paz, la estabilidad y el desarrollo.

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